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I´m leaving today, I want to be a part of it.... New York, New York!
¡Ah! La ciudad de los grandes rascacielos, la Gran Manzana, donde las chicas de Sex & the City se divierten y caminan entaconadas por toda Park Avenue... el domingo regresamos Jerry y yo de nuestras vacaciones de Semana Santa en New York.
Llegamos el martes como a las 7pm a una de las ciudades más impresionantes del mundo. Yo iba medio nerviosa, no sabía que esperar, quería hacer "todo bien", ir a los lugares de moda, caminar por la 5a Avenida viendo los rascacielos y las vitrinas de la tiendas y, según yo, verme "cool". Las mujeres que han visto Sex & the City y no viven en NY me comprenden, quería ser Carrie Bradshaw en acción... nada más alejado de la realidad...
Llegamos después de un recorrido desde el aeropuerto JFK apretados 12 pasajeros en una van común y corriente con todas nuestras maletas, íbamos como sardinas, con una ventanita, del tamaño de una regla, abierta y yo que no soy buena en contener mis alimentos donde deben de ir, me estaba mareando... milagrosamente, como iba al lado de la rendija abierta pude respirar aire "puro" y helado... no pasó a mayores...
Llegamos al hotel, el W de NY... muy "trendy", las fotos que vimos en internet estaban impresionantes, las habitaciones, el lobby, el bar... todo... llegamos y la verdad es que un buen fotógrafo hace maravillas... no me lo tomen a mal, estaba padre el hotel, pero nada más entramos a nuestro cuarto y casi me desmayo... pasillo de 2mts de largo, 1mt de ancho, puerta a la derecha baño de 1.50mts por 1.50mts, puerta de la izquierda, closet mínimo, con un burro de planchar del tamaño del mundo que abarcaba la mitad del pinchurriento closet.
Acabando el pasillo cama matrimonial, silón individual, tele, y dos ventanitas que se abrían a la mitad. En total 5mts de largo por 3mts de ancho... no estoy exagerando... para pasar por delante de la cama tenías que hacerlo de lado porque ya estaba la pared ahi... como soy fumadora y en NY no puedes fumar en ningún lado, pedí cuarto para fumar y en mi vida había olido algo tan feo... olor a cenicero escondido en un vago odorizante barato... ¡puaj!
Pero bueno, la verdad es que no iba a pasar mucho tiempo en el cuarto del hotel, así que no me importó, lo que sí me importó fue la cuentona que tuvimos que pagar por ese cuartucho, apestoso y mal mantenido... así es NY, mis fantasías estaban por el suelo.
Salimos a cenar por ahi cerca, el hotel, eso sí, estaba super bien localizado, en medio de todo. A unas cuantas cuadras el Rockefeller Center, me moría de ganas de ver si estaba la pista para patinar en hielo que en tantas pelis había visto... me la imaginaba inmensa... nada que ver... me reí... la verdad estaba preciosa, llena de gente patinando, tomándose fotos, riéndose y cayéndose en el frío hielo. Todo estaba lleno de vida.
Cenamos ahi y dimos una vueltita más antes de irnos a dormir, estábamos muertos por el vuelo y la verdad es que ya era tarde.
No les voy a contar exactamente toooodo lo que hicimos, ya tienen la inmensa reseña que escribí de la boda y me han reclamado tanto por el tamaño que mejor ni le sigo.
Fuimos al Met, que museo tan impresionante, nunca he ido al Louvre, pero este es inmenso también por lo que me dijo Jerry. Como llovía ese día el museo estaba atascado. Y aquí tengo que hacer una pausa para dar una teoría que se me ocurrió. En la historia del mundo los países que se encuentran en el norte son, generalmente, más avanzados que los del sur, que gozan de mejor clima. Ya sé porque, hacía tal frío y estaba lloviendo tanto, que la gente no puede hacer casi nada, más que ir a museos... por eso les va mejor. ¿No creen? ¿Quién quiere ir a un museo viviendo en Río de Janeiro o Cancún? Así que todo NY estaba en el museo.
Que ciudad tan maravillosa, los edificios son tan impresionantes que cuando llegué a Cancún, que generalmente, me parece ruidosa y muy impresionante, me pareció un pueblito. Es que de verdad te sientes minúscula en una ciudad como NY. Fuimos también al MOMA (Museo de Arte Moderno), al Museo de Historia Natural (que si no tienes chamacos te lo deberías de saltar), caminamos por Central Park, casi toda la 5a Avenida, Park Avenue, Madison, Lexington, fuimos a Times Square a ver el Rey León y a ver la cantidad de pantallotas con anuncios de todo tipo.
La primera noche que caminé por NY me dio risa ver que de las tapas del drenaje (sí, esas las redondas) salía humo. "¡Como en las películas!" Le grité a Jerry. Nomás se atacó de la risa y me dio un abrazo como el que un padre le da a un hijo cuando dice algo muy inocente.
Y casi todos los clichés, uno por uno, que tenía de NY se hicieron realidad: tooodos los taxistas son o hindúes, o croatas o rusos, todas las tintorerías son manejadas por chinos y todos los meseros son hispanos. Que impresión.
Una de mis mayores ilusiones era treparme al mirador del Empire State, ¡nombre!, no les puedo contar lo que sentí cuando llegué a la esquina donde está uno de los edificios más famosos del mundo y ver la cola que daba la vuelta a la manzana.... ¡3 horas de fila! ¡3 horas! La verdad es que la vista vale las tres horas, pero olvídense, no está como en Sleepless in Seattle, es minúsculo el mirador, estás aperrado con otros 200 turistas, muerta de frío. Pero ¡hijole!, es impactante. Te dan ganas de salir volando por encima de los rascacielos. La verdad vale toda la pena la espera.
La comida es delciosa, los hot dogs que hay en cada esquina, las nueces tostadas y caramelizadas que huelen delicioso y no sé porque te quitan el frío, las pizzas, los delis, los restaurantes, hasta el agua sabe rica. Todas las vitrinas de las tiendas con lo último de lo último, yo, por supuesto afuera empañando el cristal porque ni de loca me metía a morirme de envidia de los compradores.
Fuimos también a SoHo, a Tribeca (lástima que ya se murió John John porque de seguro me lo hubiera encontrado andando en bicicleta.... jajajaaa), Greenwich Village, todas llenas de tienditas originales, galerías de arte, restaurancitos atascados, gente paseando perros, niños, gatos... el Distrito Financiero y sus caídas Torres Gemelas, en donde por cierto eché una lagrimita. El vacío es inmenso.
Y por cada calle que pasaba, cada vez que me acomodaba el abrigote, me daba frío o me dolían los pies, me acordaba que esta es una de las ciudades más maravillosas del mundo, y que yo, estaba caminando por ahi. Viendo los rascacielos que tapan el sol, las luces, los miles y miles de taxis amarillos tocando el claxon a todas horas, mis compatriotas plantando flores en las macetas que hay en las banquetas, chicos, esto de viajar es lo mío. ¡Jajaja!
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