GRACIAS, QUÉ AMABLE
Hoy vi un video en donde a varias mujeres se les preguntaba cómo ven o califican su rol como mamás. Las respuestas en su totalidad, fue dar a notar las deficiencias que sentían en su trabajo como guías de sus hijos.
"Me falta paciencia", "juego poco con mis hijos, los disfruto poco", "me gustaría estar más segura en las decisiones que tomo", "me gustaría hacerles sentir más a menudo lo mucho que los amo". Todo me resultó familiar, propio, sentido... Todas esas respuestas era yo hablando.
Días después les piden a las mismas mujeres que regresen a ver un video en donde sus hijos las describen. ¨Mi mamá es mi héroe", "es hermosa, linda y dulce", "me prepara la mejor comida del mundo", "me hace reír y siempre está conmigo", "mi mamá es mi corazón".
Obvio no tengo que decirles que lloré como Magdalena... Mi día había estado bastante malo, me sentía con mucha culpa, cansada, enferma, mis hijos enfermos (otra vez), mi esposo enfermo... Bueno, la víctima más pobrecita del planeta. Y, de repente me llega este video y me cambió tanto la perspectiva y me hizo pensar en muchas cosas.
Una de esas cosas es (alejándome un poco del tema de ser madre), lo difícil que nos parece en general a los seres humanos aceptar las cosas buenas que hacemos. Darles su justo valor y verlas tal cuál son.
Les pongo ejemplos para que me sea más sencillo explicarles:
Si llevamos tiempo cuidando nuestra alimentación, haciendo ejercicio, por salud o por adelgazar y se nos empieza a notar, en el humor, en el cuerpo, en la energía, etc., y alguien nos felicita, nos dice que nos vemos bien; enseguida nos da vergüenza y empezamos a contestar que nos falta muchísimo, que nada que ver, que apenas si empezamos a cuidarnos. etc., etc., etc....
Si hacemos algo bien, si nuestros hijos hacen algo bien, si tenemos una buena idea, si ayudamos a alguien, si cocinamos algo rico, si organizamos una fiesta padrísima, si cantamos hermoso... ¿Qué se yo? El universo es infinito.
¿POR QUÉ ME CUESTA TANTO TRABAJO ACEPTAR UN CUMPLIDO?
Repite: ¡Gracias, qué amable! ¡Gracias, qué amable! ¡Gracias, qué amable!
Hay muchas cosas que hacemos que nos requieren de un gran esfuerzo, logros impresionantes, personales, emocionales, físicos por los que luchamos, o simplemente virtudes, dones o gracias (como les quieran llamar) que nos tocó la suerte de poseer por los cuales agradecer y aceptar las porras y cumplidos.
"¡Qué bonitos ojos tienes!"
"¡Ay! ¿Cómo crees?" Nos sonrojamos, sentimos una falsa humildad y decimos un gracias extraño.
Creo que nos han dejado un poco traumados con eso de que la Humildad es una virtud y que la Vanidad es un pecado. Claro que de forma desproporcionada, pueden llegar a ser muy molestos, la virtud y el pecado por igual.
Pero no nos damos cuenta que nos hacemos mucho daño no aceptando nuestros aciertos, nuestras cosas bonitas, las recompensas de nuestros esfuerzos.
Ojo, no estoy diciendo que vayamos posteando en Facebook, lo chingones que somos y le restreguemos a la gente lo feliz que es nuestra vida.
Simplemente creo que nos vendría bien ser un poco más bondadosos y compasivos con nosotros mismos. Hacernos justicia. Querernos bien.
Así que he decidido que mi consigna será de hoy en adelante tener un poco más consciencia que cuando me echen una flor, alguien me halague, me digan algo lindo de mi, de mi aspecto, de mi familia, de mi manera de ser... lo voy a aceptar con una gran sonrisa y sin falsas modestias.
Así que ¡échenme flores que estoy lista para recibirlas!
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Ale