PSICOANÁLISIS DEL CHISME

El otro día platicaba con mi amiga Gretel (ya te puse en mi blog, ya no te puedes quejar) acerca del chisme y sus consecuencias, todo esto por un chismesin inofensivo que le contaron y salió a la luz, nos daba vueltas la cabeza y terminé pensando en ello después de una grandiosa frase que me dijo.
Primero que nada seguro están pensando que los chismes no son buenos, que hacen daño, que son una pérdida de tiempo, etc, etc, etc. Pero NADIE puede negar el placer que reside en saber un buen chisme, uno de esos realmente jugosos. Ni modo, así es la naturaleza humana.
Otra de mis amigas, la Bruja, tiene el mejor dicho para las ocasiones en donde tienes un chisme que no has revelado y te mueres por hacerlo. Generalmente, me habla por teléfono con su tono colombiano-costeño un poco golpeado (pero encantador si está de buenas) y me dice: Ajá mija, que tengo un chisme QUE ME ESTÁ ENVENENANDO LA SANGRE. Me veo en la necesidad de escribirlo con mayúsculas porque el sentimiento es tan fuerte que no hay de otra. Y en ese momento quedamos en vernos, tomar una copita de vino (ella) y una cerveza con clamato (yo), no hay nada mejor que relajar el cuerpo antes de un shock fuerte. Así que, cigarro en mano, cuerpo relajado pero atención de cazador, nos dirijimos sin "hola! cómo estás" a adentrarnos en las oscuras cavernas de la vida privada de todo el mundo.
Ah! ¡Qué placer tan mundano es el chisme! ¡Qué morbo! Por supuesto que una vez contado el chisme, lo próximo que hay que hacer es darnos un baño virginal con "solo te lo cuento a tí", "nadie lo sabe" y "tú sabes que yo no soy chismosa mala onda". Y así nuestras negritas conciencias pueden dormir de noche. Ni modo, para no tener cruda hay que chupar de corridito.
Y una vez abierta la caja de pandora y como nos hemos quedado con ganas de más, empezamos a contarnos historias en donde no conocemos a todos los involucrados (estos chismes son los peores, porque no conoces a nadie, se le quita un poco el chiste), chismes de nuestras tan distintas ciudades y países (Cuba, Colombia, Tabasco, Hermosillo, Coatzacoalcos) y pues ya que más da. Estamos picadas. Se nos ha sentado cómodamente en nuestro hombro el diablito que todos llevamos dentro y nos perdemos en la maldad total.
Nos reímos, nos shockeamos, intentamos ponernos en los zapatos de los chismeados en cuestión, arreglamos las vidas de medio mundo (conocido y no conocido) y finalmente prometemos como mosqueteras no contar nada de lo que ahi se comentó esa noche.
Y ahí es donde radica el mayor problema, en no contar nada de lo que te acabas de enterar. ESE es el problema.
Dice Gretel que debería haber un manual que se llame "Los procedimientos del chisme" y su primer apartado sería "Las responsabilidades de las chismosas". ¿Por qué? Porque siempre en una cadena de chismes el sujeto que se encuentra en la base de la pirámide de jerarquías nunca se entera que ella es la de la base, y ella, es la responsable de que el chisme no salga del círculo.
Está el jefe-jefe que es el que cuenta el chisme, el gerente de operaciones que es el segundo en enterarse y reúne al equipo de trabajo. El asistente que tiene la función de acordarse de fechas y lugares y el asalariado. Que su única función es disfrutar el chisme y asegurarse de que NUNCA eche de cabeza al jefe-jefe.
Pero los egos no nos permiten ser tan ordenados... porque, seamos sinceros, NADIE quiere ser el trabajador asalariado. Así que, desde épocas remotas, el chisme siempre termina por regarse y así deja de ser chisme. Que tristeza.

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