EL TEATRO Y LA VIDA
Hoy (lunes) fuimos Jerry y yo al teatro. De entrada es un acontecimiento en Cancún. Casi nunca hay teatro y si lo hay, no es muy bueno.
La obra se llamaba Festen (La Celebración) y actuaban en ella Diego Luna, José María Yazpik, Diana Bracho, Irineo Alvarez (para mis paisanos sonorenses, una celebridad en sus Huevos Rancheros y la Tatahuila), entre otros. Está basada en una película hecha en 1998 que se llamó Dogme. Está situada en Estocolmo y trata de la celebración del cumpleaños del patriarca de la familia, una familia como muchas otras.
Pero la celebración toma un giro trágico, hacía un año la hermana gemela de Christian (Diego Luna) había muerto. Así que todos en la familia están un poco tristes aún y tratan de celebrar por la vida, los 60 años del padre.
En media cena Christian saca dos papeles, uno verde y otro amarillo y pone a votación entre cuál de los dos papeles debe leer, sus discursos, gana el verde. Y empieza a leer. Ahí, en medio de vino, sopa, invitados y amigos Christian revela que su padre los violó a él y a su gemela muerta repetidas veces durante su infancia.
Nadie cree nada, o nadie quiere creer nada. Christian se siente cofundido y transcurre la fiesta sin más. La otra hermana de Christian encuentra en el antiguo cuarto de Linda (su hermana muerta) una carta dejada por ella a su gemelo, y la guarda durante toda la cena. Después de horas y de muchas copas de vino y schnapps por fin Christian encuentra la carta y hace que su hermana la lea ante todos.
La carta fue escrita antes que Linda se suicidara en la bañera, se la escribe a Christian y le dice que su padre ha vuelto a abusar de ella, al menos en sus sueños. La madre hace como que no pasa nada y Christian le reclama que en 1984 ella entró a la oficina y vio a su esposo con su pene en la boca de su hijo (Christian) y salió de la oficina apresurada.
Y todo esto me puso a pensar en mi infancia. Mi infancia que fue toda inocencia, nunca imaginando que había padres en el mundo que pudieran hacer semejantes cosas a sus hijos. Siempre viví en un ambiente perfecto para un niño. Cariños, cuidados, risas, juegos, amor. Creyendo hasta la muerte en Santa Claus y el ratón de los dientes hasta que ya no me pude negar la realidad.
Quiero agradecer a mis padres, su educación, su sensibilidad, sus palabras, sus regaños, los buenos y malos ratos. Sobre todo quiero agradecer la inocencia en la que me permitieron vivir mi infancia, la libertad en la que viví mi juventd y la complicidad con la que estoy empezando a vivir mi madurez.
Y sonando a conciencia un poco cursi, los quiero con toda el alma.
Gracias Fernando y Cecilia.
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